
PYMES UNIDAS DEJA DE COLABORAR
Durante once años he escuchado la palabra “colaborar” hasta el hartazgo. Bonita palabra, sí. Suena noble, suena limpia, hasta suena solidaria. Pero en el mundo real, en mi experiencia con #PymesUnidas, ha sido una máscara. Porque la gran mayoría de quienes venían a “colaborar” en realidad llegaban con el mismo guion: aprovechar el trabajo que yo ya había construido, colgarse del nombre, vender sus productos y, de paso, llevarse visibilidad gratis. Colaborar nunca fue un acuerdo; fue una estrategia barata para beneficiarse de lo que yo he levantado con esfuerzo y constancia.
Lo digo claro y sin rodeos: PYMES UNIDAS deja de colaborar. No más “vamos a crecer juntos” que solo significaba “hazme crecer a mí a tu costa”. No más falsas alianzas donde uno trabaja y el otro cobra los frutos. Se acabó el cuento de la visibilidad y del “ganamos todos”, porque el único que ponía horas, reputación y credibilidad era yo, mientras los demás solo venían a sacar tajada. Este proyecto no se sostiene de buenas intenciones vacías ni de discursos de marketing disfrazados de generosidad. Aquí se acabó la colaboración unilateral.
Colaborar no es trabajar gratis
La palabra “colaborar” ha sido prostituida hasta el cansancio. Me la han repetido durante once años como si fuese la llave mágica que abre todas las puertas. Pero en realidad, se ha convertido en el disfraz perfecto para pedir lo que de otra forma resultaría vergonzoso: trabajo gratuito. Y ojo, no hablamos de apoyar causas sociales, ni de tender la mano a quien realmente lo necesita. Hablamos de empresas, supuestos emprendedores y oportunistas que, bajo el paraguas de la palabra colaboración, solo buscan obtener beneficio sin aportar absolutamente nada a cambio.
Lo cierto es que colaborar no significa que yo ponga el tiempo, la energía, la visibilidad y la reputación de #PymesUnidas, mientras el otro lado se limita a colocar su logo y sonreír en la foto. No significa que yo trabaje como su agencia de publicidad encubierta para que ellos vendan más y se luzcan ante sus clientes. Y mucho menos significa aceptar que me digan, con total desparpajo, que el pago será “visibilidad”. Porque la visibilidad, por sí sola, no paga facturas, no alimenta un proyecto y no sostiene a nadie en el tiempo.
Quien realmente entiende lo que significa colaborar sabe que se trata de un intercambio justo. De poner sobre la mesa algo que también aporte, de construir una relación donde ambos lados ganen de manera tangible. Pero durante demasiado tiempo, esa balanza ha estado inclinada siempre hacia el mismo sitio: yo trabajo, los demás se benefician. Y eso, simplemente, se acabó. Porque colaborar no es sinónimo de explotación, ni de abuso, ni de ingenuidad. Es momento de recordar lo obvio: cuando no hay reciprocidad, lo que llaman colaboración tiene un nombre mucho más claro —se llama aprovecharse.
La falsa máscara de la visibilidad
Si hay una palabra que he escuchado como moneda de cambio en esta última década, esa es “visibilidad”. Parece que se ha convertido en la divisa universal con la que muchos creen que pueden pagar cualquier cosa. La promesa siempre suena igual: “Colabora con nosotros y te daremos visibilidad”. Traducido al lenguaje real: yo pongo el trabajo, el tiempo y la plataforma, mientras ellos se exhiben ante una audiencia que nunca habrían conseguido por sí mismos. Y cuando uno señala el desequilibrio, la respuesta es un sermón sobre lo mucho que supuestamente gano por aparecer junto a ellos.
La visibilidad, sin estrategia, sin reciprocidad y sin valor añadido, no es más que humo. No paga servidores, no sostiene comunidades, no aporta credibilidad y, desde luego, no genera crecimiento sólido. Es el espejismo perfecto: brilla a lo lejos, pero cuando te acercas solo encuentras arena. Lo sé porque lo he vivido una y otra vez. Me he cansado de ver a supuestos socios que llegan con la idea de que basta con poner su logo junto al de #PymesUnidas para que, mágicamente, todo lo demás se justifique. Como si mi trabajo fuese simplemente el escaparate de sus ambiciones.
Lo duro de esta falsa visibilidad es que se sostiene en una mentira: hacer creer que quien recibe la “exposición” está ganando algo. Pero la realidad es otra. La visibilidad sin un acuerdo claro, sin retorno medible y sin un mínimo de respeto, solo sirve para inflar el ego del oportunista que se arrima. Yo no necesito que me vendan espejitos de colores. Necesito aliados que entiendan que la visibilidad se construye con valor mutuo, con esfuerzo compartido y con beneficios repartidos. Y si no hay nada de eso, entonces no es visibilidad: es simplemente usar mi trabajo como un cartel publicitario gratuito.
Once años de experiencia, once años de desgaste
Once años son suficientes para entender cómo funciona el juego. En más de una década con #PymesUnidas he visto desfilar todo tipo de propuestas, promesas y discursos vacíos. Siempre con el mismo patrón: palabras bonitas, sonrisas fáciles y la misma intención oculta. “Colaborar” siempre significó lo mismo: que yo pusiera la estructura, el esfuerzo y la credibilidad, y que los demás se subieran al carro para aprovechar la inercia. Once años dan para detectar patrones, y el patrón es claro: la mayoría de colaboraciones no eran alianzas, eran parasitismo.
El desgaste no viene de trabajar, porque el trabajo es el motor de cualquier proyecto serio. El desgaste viene de sostener en los hombros relaciones desiguales, de dar más de lo que se recibe, de sentir cómo otros convierten tu esfuerzo en su trampolín personal. Es una sangría silenciosa: horas invertidas en reuniones inútiles, acuerdos que nunca se cumplen, y promesas que se evaporan en cuanto la otra parte consigue lo que quería. Durante once años, he tenido que escuchar el mismo discurso: “esto es una oportunidad para crecer juntos”. Pero al revisar los resultados, siempre era el mismo: ellos crecían, yo me desgastaba.
Y ese desgaste se paga. Se paga en motivación, en tiempo robado a proyectos que sí merecían la pena, en recursos malgastados que pudieron invertirse en quienes de verdad creen en el propósito de #PymesUnidas. Once años me han enseñado que no basta con buenas intenciones ni con discursos de fraternidad empresarial. Lo que cuenta son los hechos, y los hechos me han dejado claro que la mayoría de esas supuestas colaboraciones no eran otra cosa que un negocio encubierto. Un negocio donde yo era el proveedor invisible, y ellos, los beneficiados visibles. Por eso, a partir de hoy, esa etapa está cerrada.
Colaborar sí, pero con respeto y reciprocidad
Que nadie se equivoque: no estoy en contra de colaborar. Lo que rechazo es la farsa en la que muchos han querido envolver la palabra. Colaborar de verdad significa que ambas partes ponen algo sobre la mesa, que hay un respeto mutuo y un beneficio claro. Pero lo que me han intentado vender una y otra vez no tiene nada de eso. Es un modelo donde yo aporto la comunidad, el alcance y el trabajo, mientras la otra parte se limita a presentarse con las manos vacías y la sonrisa lista para la foto. Eso no es colaboración; eso es un abuso con envoltorio bonito.
El respeto es sencillo: reconocer el valor del trabajo del otro. Y en once años he comprobado que para demasiada gente ese valor es invisible. Creen que gestionar una comunidad como #PymesUnidas es gratis, que los once años de esfuerzo se sostienen solos, que las publicaciones, la interacción, el posicionamiento y la reputación surgen de la nada. Piensan que mi tiempo es un recurso inagotable y, por lo tanto, sin valor. Pero yo no regalo lo que me ha costado una década construir. Y el que no entienda eso, simplemente no entiende qué significa colaborar.
La reciprocidad es lo que equilibra la balanza. Si tú ganas visibilidad, yo también debo ganarla. Si tú aumentas tus ventas gracias a mi plataforma, yo también debo tener un retorno claro. Lo contrario no es un trato justo, es un negocio disfrazado. Colaborar sí, pero con reglas claras y con dignidad. Lo demás es mendigar bajo el nombre de una alianza. Y en #PymesUnidas no estamos para mendigar; estamos para crecer de forma real y justa.
Un nuevo rumbo para #PymesUnidas
Decir basta no es un final, es un comienzo. Que #PymesUnidas deje de “colaborar” no significa que cierre puertas, significa que deja de abrirlas a cualquiera que solo quiera aprovecharse. Se acabaron las alianzas de cartón, las promesas huecas y los parásitos de ocasión. Lo que empieza ahora es un rumbo nuevo, más selectivo, más firme y más transparente. Un camino donde las alianzas estratégicas de verdad sustituyen a las colaboraciones unilaterales.
El futuro de #PymesUnidas no pasa por regalar esfuerzo ni por servir de escaparate a quien no aporta nada. Pasa por construir relaciones con socios que entiendan el valor de lo que se ha logrado en once años, que sepan que detrás del nombre hay un trabajo constante, una comunidad sólida y un propósito claro. Pasa por decir “no” con firmeza a quienes creen que el crecimiento se logra a base de explotar el trabajo ajeno, y por decir “sí” a quienes de verdad entienden que la única forma de avanzar es creando valor compartido.
Este nuevo rumbo no es negociable. A partir de ahora, colaborar en #PymesUnidas significa comprometerse con hechos, no con palabras. Significa respetar el tiempo, el esfuerzo y la trayectoria de este proyecto. Significa sumar, no restar. Porque quien quiera visibilidad gratuita, que se la gane. Quien quiera crecer a costa de los demás, que lo intente en otro lado. #PymesUnidas no es una ONG disfrazada de agencia de marketing, ni un trampolín para oportunistas. Es una comunidad que se ha levantado con esfuerzo, y ese esfuerzo merece respeto. El que no lo entienda, queda fuera.
Conclusión
Once años han sido suficientes para demostrar que la palabra “colaborar” ha perdido todo sentido en boca de muchos. Lo que debía ser un acuerdo justo se convirtió en un pretexto para aprovecharse del trabajo ajeno. Y ahí está la línea roja: #PymesUnidas no nació para sostener a oportunistas, ni para regalar visibilidad a quien no sabe ganársela. Nació para unir, para dar voz a las pequeñas y medianas empresas, y para demostrar que se puede crecer con esfuerzo compartido y respeto mutuo.
Por eso, esta decisión es firme: #PymesUnidas deja de colaborar bajo los viejos términos. No más parásitos, no más falsas alianzas, no más promesas vacías. El futuro del proyecto se escribe con otra tinta: la de la reciprocidad, la del compromiso real, la del valor tangible. Quien quiera estar, que aporte. Quien no entienda esto, que se aparte.
El mensaje es claro y necesario: colaborar no es sinónimo de explotar. Y si durante once años lo toleré por creer que algún día cambiaría, hoy lo afirmo sin dudas: no se vuelve atrás. Aquí empieza una etapa nueva, más dura, más exigente y más justa. Y solo los que entiendan que el respeto es la base de cualquier unión serán bienvenidos.
🧨 La Opinión del Capi
¿Colaborar? No me hagan reír. En once años he visto más disfraces que en un carnaval: “colaboradores” que venían con sonrisas y discursos de amistad, pero con el colmillo bien afilado para chupar todo lo que pudieran. Y siempre con la misma cantinela: “esto es ganar-ganar”. Sí, claro, ganar tú y perder yo. Una fórmula matemática que parece funcionarles muy bien… hasta que se encuentran conmigo diciendo basta.
Lo diré con crudeza: se acabó el chollo. Aquí no se reparte visibilidad como caramelos, ni se regala esfuerzo como si fuera agua de grifo. Quien quiera sumar, que traiga algo a la mesa; y quien solo venga con hambre, que busque otro banquete. #PymesUnidas no es un buffet libre para oportunistas ni un trampolín de segunda mano. El que lo entienda, bienvenido. El que no, ya sabe dónde está la puerta.
Y si queréis ver artículos que os puedan servir de ayuda, os recomiendo ver el blog :
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Así que, queridos emprendedores y autónomos, si habéis llegado hasta aquí seguro que esperas el próximo post, aunque quizás tengas una petición especial. Nos vemos el próximo lunes. Sígueme en las redes sociales: https://taplink.cc/pymesunidas
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